Inés Ortega-Marquez: “Pocas mujeres han sido reconocidas con un Premio Nacional”

La curadora de la exposición “4 Premios Nacionales” compartió sus puntos de vista respecto a la equidad de género en el mundo de las artes y los desafíos que ha debido enfrentar durante su carrera profesional.

La exposición “4 Premios Nacionales”, que estará abierta hasta el 21 de junio en el Museo Nacional de Bellas Artes, reúne por primera vez a los premios nacionales José Balmes, Gracia Barrios, Roser Bru y Guillermo Núñez.

“Se trata de un tremendo acierto curatorial, que con agudeza decide unir la biografía y la obra de estos grandes artistas que contribuyeron a mantener viva la esperanza con su testimonio y la potencia expresiva de su trabajo” expresó el Ministro de Cultura Ernesto Ottone en la inauguración de la exposición.

A continuación, compartimos con ustedes la reflexiones de la curadora y comisaria independiente en artes visuales y gestora cultural, que ha liderado exposiciones en España, USA, Italia, Brasil y  Chile

¿Cómo ves el tema de la equidad de género en el sector de las artes visuales en Chile, comparado con la escena internacional?

Creo que la discriminación de la mujer es una lacra social que se manifiesta por igual a nivel mundial, que se refleja en todas las áreas de la convivencia y naturalmente en la de la expresión artística. Es cierto, sin embargo, que la búsqueda de la equidad de género puede haber evolucionado de manera más positiva según el nivel cultural y económico de los países, pero las convenciones internacionales obligan a una tolerancia cero en materia de discriminación por razón de género, mientras la situación legislativa y la planificación educativa y del trabajo distan mucho de la igualdad hombre/mujer.

Respecto de las artes visuales, históricamente la mujer fue objeto de   obras pictóricas y solo un pequeño número creó en el pasado, siendo en muchas ocasiones atribuidas sus obras al padre o al marido. A partir de la segunda mitad del siglo XX esto ha variado, pero creo que son muy gráficas las cifras que indican que en el MNBA de Chile: solo el 11% de las obras de su colección pertenecen a creadoras femeninas, o las estadísticas de 2012 en los Estados Unidos muestran que solo un cuarto de las obras exhibidas en las galerías de arte pertenecían a mujeres artistas.

¿Qué desafíos profesionales has tenido que enfrentar por el hecho de ser mujer?

Generalmente la mujer se enfrenta a desafíos profesionales ligados a la vida personal y familiar debido a la discriminación y a la asignación social de roles que tradicionalmente la sitúa al frente del hogar y al cuidado de los hijos. Es indiscutible que el nivel de educación y la preparación profesional nos acerca más a profesionales hombres, pero la realidad es que esos mismos hombres, colegas de profesión, y los hombres que a veces tenemos por padres o maridos, con demasiada frecuencia coartan la evolución y el crecimiento de la mujer, sea por sus mirada de género, sea por su incomprensión, su falta de apoyo y, a menudo -por qué no decirlo- sus miedos y hasta su envidia ante nuestra expertise en determinados terrenos.

En mi caso personal, tuve un padre excepcional que me apoyó en la elección de mis estudios, de los países donde decidí vivir, estudiar o trabajar y en mis emprendimientos. Hoy comparto mi vida con un marido que es un lujo de respeto, motivación y ayuda, y dos hijos, varones, que desde sus propias vidas profesionales y familiares mantienen un espacio de admiración y aliento hacia mi vida y mi actividad profesional. Con mis homólogos hombres tengo generalmente una relación fluida, de colaboración y de respeto mutuo. Esto me enorgullece muchísimo y quizá -solo quizá- me compense de los sinsabores encontrados ante otros hombres, castigadores de mujeres, cuyo hobby es colocarnos obstáculos y ponernos el pie encima, en un alarde casi obsceno de discriminación de la mujer y de falta de inteligencia emocional.

Pocas mujeres han sido reconocidas como Premios Nacionales en Chile. En la exposición que actualmente se exhibe en el MNBA dos de los cuatro artistas destacados son mujeres. ¿Cómo fue el proceso de selección curatorial?

Efectivamente, pocas mujeres han sido reconocidas en Chile con un Premio Nacional. Entre ellas, solo tres en Literatura entre las que contamos con Gabriela Mistral como primera mujer, en 1951, unos diez años después de creado este galardón. Y en artes creo que son cinco o seis, entre las que se cuentan las notables pintoras Gracia Barrios y Roser Bru, ambas de la generación de los 50, premiadas en 2011 y 2015 respectivamente.

Su inclusión en la exposición 4 Premios Nacionales se realiza de una manera natural, ya que el concepto curatorial que guía esta exhibición es su adhesión a  la corriente Informalista que irrumpe en Chile en los albores de los años 60 justamente de la mano de ellos cuatro, y  su fidelidad a la contingencia política que cruza las vidas y el trabajo artístico de los cuatro artistas en dos periodos: de 1960 a 1973, y desde el golpe de estado a su retorno del exilio y de la resistencia respectivamente, a finales de los 80.  Ellas, junto a Jose Balmes y Guillermo Núñez -Premios Nacionales en 1999 y 2007 respectivamente- representan la revolución pictórica más importante en Chile, en los 60, y la incidencia de la política en el arte. La exposición supone la recuperación de la memoria de un periodo histórico poco conocido de los chilenos.

Ha habido avances importantes en temas de género en los últimos años ¿Qué cree usted que se necesita para lograr la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en el ámbito artístico y social?

La educación me parece fundamental. Y ello, desde la primera infancia. La discriminación de género empieza en las casas, cuando padres y madres realizan discriminación selectiva en función de las materias de estudio, deporte o juegos que eligen para sus hijos, o cuando encargan a las hijas mayores el cuidado de los bebes o poner la mesa y hacer las camas. La escuela y la universidad son el escenario idóneo para inculcar el respeto entre sexos y la camaradería. Y el mundo laboral debe estar presidido de normas que unifiquen desempeños y salarios, y, cuando es necesario, de medidas publicas tendentes a favorecer el empleo femenino y la conciliación trabajo-familia. Ello pasa desde luego por incentivos a las empresas que contratan mujeres, por exigencias de cuotas de presencia femenina en puestos directivos y por la creación de espacios o subvenciones para la guarda de los hijos no escolarizados.

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