El 22 de marzo se cumplen 96 años del nacimiento de la dramaturga chilena, figura destacada del teatro nacional, quien murió hace 4 años. En esta edición recordamos su trabajo y legado para la escena artística nacional.
La Pérgola de las Flores es sin duda el trabajo más reconocido y recordado de la dramaturga chilena Isidora Aguirre. El musical es uno de los hitos de la historia del teatro chileno de la segunda mitad del siglo XX.
Sin embargo, su trabajo artístico es mucho más extenso y profundo. Autora de numerosas obras de temática social, su trabajo ha sido exhibido y aplaudido en diversos países del mundo.
Sus primeras obras fueron escritas en los años 50 y 60 para los teatros universitarios de la Universidad de Chile y la Universidad Católica. El exitoso desempeño de dichos teatros impulsó fuertemente la actividad teatral nacional, generando la producción de nuevas obras, la creación de nuevas compañías a lo largo del país, y un mayor interés del público en la escena local. La mayoría de sus obras tratan críticamente problemas político-sociales. Representan, por ejemplo, la situación de personajes miserables y marginales, realizando, de ese modo, una protesta contra la injusticia y la desigualdad existentes en nuestra sociedad.
En 1955 estrena sus primeras comedias Carolina y La dama del canasto, pero muy pronto se dedicó al «teatro comprometido», corriente a la que pertenece buena parte de su producción. Experimentó con diversos estilos teatrales: comedia, comedia musical, farsa, obras históricas, obras testimoniales y teatro popular. En 1959, estrenó su primera tragedia, Población Esperanza, de marcado contenido social y escrita conjuntamente con el novelista Manuel Rojas.
Isidora Aguirre, además de dramaturga, fue ilustradora, escritora de cuentos infantiles y autora de novelas para adultos. Fue profesora de Teatro Chileno y de Construcción Dramática en la Universidad de Chile. También enseñó en la Universidad Técnica del Estado y en la Corporación Arrau. Recibió varios reconocimientos entre ellos el Premio Casa de las Américas en 1987 y la Medalla de Santiago por su aporte a la cultura nacional.
Sus méritos literarios, su trabajo teatral y su posición de mujer pionera en la promoción de la dramaturgia nacional le significaron ser una candidata permanente al Premio Nacional de Literatura. Murió la noche del 25 de febrero de 2011 sin recibir la máxima distinción de las letras chilenas.