Gastón Ormazábal, miembro de nuestro Comité Asesor, analiza la nueva puesta en escena de la ópera Parsifal, de Richard Wagner

El destacado científico y amante de la ópera, analiza los alcances de la nueva producción del Metropolitan Opera de Nueva York. La obra está disponible en formato Sony blu-ray.

Tenemos que empezar por la idea que esta nueva producción de Parsifal, de François Girard es lo que se llama Regietheater, y que se apega solo al espíritu de la ópera, pero no es en ningún sentido literal y apegada a la forma, o directamente a lo que se ve en producciones más tradicionales. En ese sentido lo primero que choca es la aparición de las mujeres en el Primer Acto. En el original, los Caballeros del Grial  son una cofradía de hombres, y los coros son efectivamente solo de hombres o niños, por lo tanto las mujeres serian especiosas. Pero resulta que la idea principal de François Girard es que el conflicto original del que Amfortas es víctima, resulta de la objetificación de la mujer como instrumento sexual, y la falta de cariño entre seres humanos como hombre y mujer, o sea  sexo sin amor,  por lo tanto con su “pecado” se abre una brecha entre los sexos que es muy visible en el suelo del escenario, los hombres a la derecha y las mujeres a la izquierda, y es infranqueable al principio, no se puede cruzar de un lado a otro por ningún motivo. La brecha es un río seco al comienzo, en un paisaje post-apocalíptico donde acaba de ocurrir una guerra terrible, y donde lo único que queda es odio y tumbas recién cavadas.

Eventualmente a la brecha le corre un poco de agua, ¡y al final del acto corre sangre! Y la brecha se comienza a poner cada vez más ancha hasta que Parsifal puede mirar hacia abajo, a su interior,  y ver que para a descubrir quién es, debe viajar al interior de una mujer, ¿su madre?, ¿su amada?, ¿el eterno femenino (Ewige Weibliche)?.

Y así llegamos al Segundo Acto donde el entra al interior de una vagina, donde va a descubrir las tentaciones de la carne. En ese mundo de sangre e interior de mujer, no hay flores, las tentaciones son simplemente las diferentes manifestaciones de la “carne”, y las Blumenmädchen (Doncellas Flores) son guerreras de la carne. Luego va a descubrir su origen y finalmente va a comprender el sentimiento más hermoso que el ser humano [cristiano] puede tener, que es la Compasión (Mitleid). [Digresión: Lo que a la gran Hildegard Behrens le gustaba ilustrar diciendo que la diferencia entre el Antiguo y Nuevo Testamento era que el Dios del Antiguo Testamento es un Dios severo y vengador, un Dios castigador, mientras que el del Nuevo Testamento, nuestro Erlöser (El Redentor), es un Dios de Mitleid y que lo más importante es que perdona, el  Heiland (El Salvador)].

En el tercer Acto, un Parsifal ya de pelo canoso, ha envejecido a través de sus viajes por la vida, y obtenido la sabiduría a través del sufrimiento, para poder ser el líder esperado, y capaz de hacer el acto de purificación, porque una vez más ha adquirido en carne propia el Mitleid, de ver y participar de tanto sufrimiento en el mundo exterior. Gurnemanz lo ve y reconoce que ha vuelto como el sabio y sufrido capaz de finalmente resolver los problemas de los Caballeros del Grial, y lo lleva al acto de posesión del mando, que primero tiene que pasar por la sanación de Amfortas. Una vez que sucede ello, la brecha entre hombres y mujeres es también sanada, y ahora los dos se pueden mezclar de igual a igual y construir un mundo juntos, puede haber amor y cariño entre parejas, no la relación machista de subyugación, y al final se ve a Parsifal captar el ojo de una mujer, que va a ser la madre de Lohengrin. Como símbolo del nuevo estatus de la mujer, es Kundry la que hace el rito que era antes solo territorio del hombre, que es el rito de sacar el Santo Grial del altar. O sea la igualdad de los sexos. Es una visión completamente feminista de la ópera más machista del canon de Wagner, y producto fiel del xiglo XIX donde la mujer tenía un lugar muy por debajo del hombre. A mí me encantó en general la producción, sobre todo porque esta visión “feminista” le quita mucho lo del pechoñismo decimonónico que está en el texto original de Wagner, y que oscurece el mensaje humanista y universal, en el sentido del Fidelio de Beethoven por ejemplo, pues el amor humanista cristiano no tiene porqué ser pechoño, ni atado a la religión católica para perdurar y permanecer… Pero lo que si no me gusto de la producción fue que hicieron falta las dos transformaciones escénicas del bosque al interior del Monasterio de Montsalvat (en Actos I y III), eso lo encontré imperdonabley no sé porque lo hizo así el director, supongo que de nuevo para sacar el elemento abiertamente religioso, pero la Pasión Según San Mateo de Bach o el Réquiem de Mozart no dejan de ser humanista y universal porque se tocan en una iglesia. En fin no todo puede ser perfecto, pero esta producción es fuera de serie en general, ¡me dejó atónito!.

Por cierto esta es una ópera aún más compleja que el Anillo en ciertas formas, pero sobre todo por las interpretaciones rígidas que se han hecho antes. ¡Esta reinterpretación es como una ráfaga de aire fresco!

* Gastón Ormazábal: Phd, investigador científico Senior del Departamento de Ciencias de la Computación de la Universidad de Columbia, Estados Unidos. Miembro del Directorio del YOA Orchestra of the Americas. Miembro del Comité Asesor del Capítulo Chileno del Museo Nacional de la Mujer en las Artes.