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Martina Barros de Orrego y la obra “La esclavitud de la mujer”
Con tan solo 22 años esta chilena se atrevió a traducir la obra de John Stuart Mill que influyó fuertemente el mundo de las ideas en el siglo XIX.
Escribir y traducir un libro en la segunda mitad del siglo XIX era impensable para una mujer chilena, pues aprender a leer y escribir era todavía un privilegio de pocos y, especialmente, de los hombres. No obstante, Martina Barros, gracias a la instrucción que recibió en su entorno familiar ilustrado, tradujo, a la edad de 22 años, el libro de John Stuart Mill, The Subjection of Women (1869), bajo el título La esclavitud de la mujer. Esta traducción fue publicada por entregas en la Revista de Santiago entre 1872 y 1873 y precedida por un prólogo que, según comentó la misma Martina Barros, ella firmó, pero “la redacción fue casi exclusivamente” de quien fuera su marido, Augusto Orrego Luco (Recuerdos de mi vida. Santiago, Orbe, 1942, p. 127).
Si bien la joven Martina Barros conoció el libro de Stuart Mill en 1872 gracias a Guillermo Matta, ella había leído Sobre la libertad (On Liberty) una década antes, gracias a su contacto con el Ministro de Hacienda y también profesor de Economía Política del Instituto Nacional, Jean Gustave Courcelle-Seneuil (1813-1892).
La publicación de The Subjection of Women fue recibida con entusiasmo por mujeres y hombres de distintos lugares del mundo. Luego de su primera edición en Inglaterra, se publicó también en Norteamérica, Australia y Nueva Zelanda y fue traducido, además, a diversas lenguas para su distribución en países como Alemania, Austria, Suecia y Dinamarca. Para 1870, de hecho, ya se leía en polaco e italiano. No deja de llamar la atención, en este sentido, la temprana traducción de esta obra en Chile, a solo 3 años de su publicación en inglés, sobre todo considerando que en España, recién 23 años luego de su aparición, Emilia Pardo Bazán tradujo el texto, en el año 1892.
Con este trabajo Martina Barros ganó no solo los elogios de reconocidos intelectuales como Benjamín Vicuña Mackenna -Intendente de Santiago en ese entonces- y Miguel Luis Amunátegui, sino también la animadversión de ciertos hombres y mujeres de alcurnia contemporáneos, quienes la tildaron de “niña peligrosa” pues veían su iniciativa como una amenaza para la estabilidad del hogar y la familia dentro de la alta sociedad local. Como consecuencia de ello, Martina Barros decidió “no volver a hacer publicaciones que no convencían ni alentaban más que a los ya convencidos y causaban pavor a aquellas que deseaba estimular. No nací para luchadora” (Recuerdos de mi vida. Santiago: Orbe, 1942, p. 127).
Para la estudiosa Alejandra Castillo, es llamativa la selección léxica que Barros hizo al momento de traducir el título del libro de Mill, pues, en vez de optar por una traducción más o menos literal de la palabra subjection (“sometimiento”, “sumisión”), la traduce por “esclavitud”, cuyo correspondiente inglés más cercano es slavery. Este desplazamiento léxico es significativo pues daría cuenta de que Martina Barros, al menos en el título, “se decide por un gesto feminista” que “excede en audacia al título propuesto por Mill” aunque no logra ser fiel “a las ideas sostenidas por este en lo relativo a la igualdad de los sexos” (Castillo, Alejandra. “Las aporías de un feminismo liberal”. En Barros, Martina. Prólogo a la Esclavitud de la mujer. Santiago: Palinodia, 2009, p. 30). No obstante, ese “gesto feminista” marca un punto de partida para el posterior desarrollo tanto del discurso como de las prácticas de los feminismos chilenos.
Fuente: http://www.memoriachilena.cl/