Nueva promesa de la lírica:Yaritza Véliz “Las divas en la ópera ya pasaron”

Les compartimos esta interesante entrevista, realizado por Revista Ya, a una destacada de la lírica chilena, ganadora de la primera versión del concurso Mujeres en la Música que organiza el NMWA-CHILE, donde luego de obtener el primer lugar, tras mucho trabajo y dedicación, impulsó su carrera a nivel internacional.

Como primera latinoamericana becada en el Royal Opera House, será la estrella de ‘West Side Story’ en el Municipal. Con raro talento, Yaritza desmenuza desde Londres su pasado nortino y los nuevos protocolos contra abusos en la lírica. Quienes la conocen evalúan su impronta.

La contralto y premio nacional de Artes 2010, Carmen Luisa Letelier, su maestra y formadora durante casi una década en el Departamento de Música de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, la define así:

—No solo tiene una calidad vocal extraordinaria, sino una gran inteligencia e intuición musical. Es tremendamente expresiva en el escenario: ella se cree lo que canta, lo vive. En sus clases de actuación fue una actriz verdadera. Es muy difícil encontrar a alguien que tenga todo: linda voz, facilidad fisiológica en su cuerpo, inteligencia para manejar su voz, expresividad. Y sensatez: ella ha ido a pasos contados, por eso nunca le quedó grande el poncho. Transmite verdad, con eso te atrapa. He escuchado a cantantes que son ruiseñores con su voz, pero no tan expresivos. Ella canta las cosas más serias de Mozart, puede cantar Puccini, Verdi, Tchaikovsky y siempre le crees.

En esta mañana gélida en Londres, Yaritza Véliz Aquea, 28 años —coquimbana de nacimiento e interesada en su voz desde niña, aunque no sabía de lírica—, camina por los senderos de Hyde Park, atenta a los pájaros estacionales que recién comienzan a volver al parque. Salió muy temprano de su casa en Queensway, barrio cercano a Notting Hill, en dirección al Covent Garden, donde estudia en el programa Jette Parker Young Artists de la Royal Opera House. Caminará una hora para llegar a clases, un rito diario que la relaja. Más tarde, con sus mejores amigos —una mezzosoprano china, un tenor uruguayo y un barítono argentino— irán en busca de un café a Trafalgar Square y, sin falta, echarán una ojeada al Tower Bridge.

Por ahora, esta soprano y nueva promesa de la lírica nacional apura su paso por Londres: a las nueve en punto parten sus ensayos.

Véliz, quien nació en Tierras Blancas, Región de Coquimbo, sabe de récords. Para convertirse en la primera chilena y latinoamericana en ocupar uno de los cinco cupos en el Jette Parker Young Artists debió sobresalir entre 470 cantantes internacionales. Quienes la conocen, la ven como una artista sensata que mide sus aspiraciones: prefiere ambicionar menos, pero lograr más. Por eso, cada uno de sus pasos ha sido, hasta aquí, un paso sólido. El más reciente galardón que su voz obtuvo fue en uno de los concursos líricos más prestigiados del mundo: el Francesc Viñas, en Barcelona, en enero. Antes también brilló. En 2014, con solo 22 años ganó el primer lugar en el certamen Mujeres en la Música, organizado por el National Museum of Women in the Arts de Washington. Lo recuerda Drina Rendic, presidenta de su Capítulo Chileno:

—¡Es extraordinaria! Tiene una gran carrera por delante. Ahora terminará sus dos años de beca en el Covent Garden en junio y ya tiene un agente que la está colocando en escenarios mundiales.

La inglesa Hazard Chase la representa y con ellos, dice, irá en agosto al Festival de Verbier en Suiza donde cantará el rol de Mimí en ‘La Bohème’. Era uno de sus sueños. En 2019, ya en pleno programa Jette Parker, debutó como Barbarina en el Covent Garden bajo la batuta de John Eliot Gardiner, quien la dirigió en ‘Las bodas de Fígaro’. Este maestro quedó impresionado con su voz, recuerda ella. Dedicada a pulir su talento vocal y expresivo en el Royal Opera House, por primera vez en su vida está sola. Y ha sido duro.

—Técnicamente he crecido mucho, mi voz ha tenido un giro, he aprendido muchas técnicas musicales, porque acá es muy alto el nivel y los coach son súper exigentes. Yo ya traía una buena base desde Chile, pero aquí aprendí a ser mucho más exigente. Y es que cuando tú piensas que algo está bien… no está tan bien. Hay que tener paciencia, practicar todos los días. Si un pasaje musical no te sale, tienes que trabajar ese pasaje lentamente. No todo sale rápidamente ni por ansiedad. Hay que darle tiempo al cuerpo de asimilar cada cosa, porque esto es muy muscular. Y los músculos tienen que saber qué están haciendo.

María Elena Simián, presidenta de la Corporación de Amigos del Teatro Municipal —la entidad que la becó durante 10 años en sus estudios y, desde 2018, en el programa del Royal Opera House— recuerda el día en que la conoció:

—El caso de Yaritza es inusual, a los 13 años ella tenía una tonalidad única en su voz. Normalmente, las cuerdas vocales se desarrollan más tarde cuando el niño es más grande; talentos tempranos como el de ella se ven más en quienes tocan un instrumento. En la voz son escasos (…). Ella tenía 13 años cuando la escuchamos en una audición. Quedamos con la boca abierta.

En la capital inglesa, Véliz pone el acento en un tema que exige madurez: saber elegir los roles sin dejarse llevar por la lluvia de oportunidades.

—Tengo una voz medio oscurita, soy una soprano full lírica. Me han ofrecido roles y he dicho ‘no lo puedo cantar de aquí a 10 años’. Hay repertorio que no deberías escoger por edad, por vivencias. Si un personaje tiene que vivir la muerte de su hijo, me va a costar abordarlo, porque no soy madre. Muchas cosas de sentimientos y emoción tienes que sacarlos de tus vivencias. Me han preguntado si cantaría Violetta en ‘La Traviata’, pero lo veo como un rol para el futuro, tengo solo 28 años. Si empiezo con repertorio muy pesado, aunque técnicamente podría, puede pasar que cante hasta los 40 y yo quiero poder durar muchos años.

Con malas elecciones, dice, el vibrato se suelta. Y es que en el escenario una cantante no utiliza micrófono, ‘eres tú el resonador, tú y tus huesos. Y tienes que tener la energía y la musculatura para aguantar una ópera completa’. Por eso, durante años se negó al rol de Mimí, pero ahora se siente preparada. Le hace caso a su instinto: es su regla de oro.

—Suena muy madura en su reflexión de carrera.

—Mucha gente se engolosina con las voces, las exprime tanto, y una vez que ya no dan más y están reventadas, las dejan (…). Estas dos cuerdas vocales que tengo las debo cuidar como un tesoro. Quiero que me duren hasta una edad suficiente para empezar a hacer clases.

—¿Qué cualidades esenciales no pueden faltar en una soprano que triunfa?

—La humildad y tener los pies en la tierra. La clave para ser una gran cantante es no olvidarte de cuándo comenzaste, de cuánto te costó, de la gente que te ayudó y de dónde vienes: soy orgullosa de decir que soy de Tierras Blancas y guayacanina. Creo que el asunto de las divas en la ópera pasó hace mucho tiempo. Ya no existimos las divas (…). En el teatro he compartido con grandes cantantes, como Anna Netrebko, Jonas Kaufmann, Diana Damrau —la mejor Reina de la Noche de la historia—, y tuve una Master Class con Joyce DiDonato, una famosísima mezzosoprano. Fue hablar con personas normales.

El exdirector del Municipal de Santiago, Andrés Rodríguez, evalúa que esta lírica ha sabido elegir el repertorio para su voz: esta carrera es como el deporte de alto rendimiento, son carreras cortas donde la edad es crítica. Como gerente de Música de la Fundación Ibáñez Atkinson —e igual que la maestra Carmen Luisa Letelier—, releva su inteligencia para administrar su carrera:

—A ella es casi imposible verle una falencia, tiene un instrumento privilegiado. Y ha tomado buenas decisiones, un terreno donde es fácil equivocarse.

De Andacollo al Covent Garden

Lo que comenzó un día de sus 13 años, cuando con sus padres asistió a la fiesta de la Virgen de Andacollo y —por casualidad— escuchó al tenor Tito Beltrán cantando en una iglesia, resultó el momento que definió la vida de Yaritza Véliz. Ni ella ni sus padres sabían nada de lírica, jamás habían escuchado un aria de ópera. Pero ella tenía conciencia de que su voz era especial, se lo habían dicho desde su infancia.

—Me llamaba mucho la atención que mi voz era muy distinta. A los seis entré al coro de mi colegio, siempre estuve en un ambiente musical, también toco percusión. Y a los 13 años, cuando mi voz empezó a cambiar, me doy cuenta de que era rara. Me gustaba meterme a una sala del colegio cuando no había nadie y ponerme a practicar, a hacer estos sonidos extraños que para mí eran como de señora grande. Y tuve la bendición de que fui a Andacollo y me escucharon y ahí comenzó todo.

Cuando oyó a Tito Beltrán, Yaritza sintió que ‘había alguien que cantaba como yo cantaba, pero en versión hombre’. La familia entró a la iglesia y habló con el tenor, quien pidió escucharla. Quedó boquiabierto: Véliz era un talento en bruto. La voz de la niña llegó a oídos de la entonces senadora por la Región de Coquimbo, Evelyn Matthei, quien decidió apoyarla para que estudiara canto. Y es que la familia Véliz vivía en Tierras Blancas, una pequeña localidad al nororiente de la comuna. Su madre era asistente de párvulos en Integra y su padre conducía camiones mineros. El canto lírico era una carrera cara, no tenían cómo financiarla. Así fue como la Corporación de Amigos del Municipal se hizo cargo y la becó, desde ahí su carrera fue en ascenso. Desde hace dos años la apoya también la Fundación Ibáñez Atkinson, que ha sido importante en su trayectoria. Primero en Santiago, donde estudió en el Conservatorio de la Universidad de Chile, y después en Londres, nunca se ha desligado de su tronco fundamental: sus padres, su abuela, quien vive en Guayacán, y su hermano. Son su raíz.

—Con mi abuela, Hilda Salinas, y mi mamá somos muy cercanas. Es una conexión de abuela-mamá-hija muy grande. Para mí, ellas son mis dos mamás. Y creo que esa garra y fortaleza que tengo para afrontar la distancia y las competencias les pertenece a las dos. Siento que todo lo que hago va conectado a ellas. Son mujeres aguerridas (…). Lo más complicado de estar aquí ha sido el idioma y la cultura, no tener amigos, mi familia y mi novio están en Chile. Él es contrabajista en la Filarmónica.

Tiene muy claro que la ópera es su camino y su futuro. Y, algún día, dice, cuando ya su voz no sea la misma, abrirá una escuela musical en Coquimbo para educar a los niños de su tierra.

—Estudiar ópera y música en general es muy difícil en el país en que estamos. Es una carrera muy cara, con pocas plazas de trabajo para músicos instrumentistas o cantantes líricos. Es un desafío, y los padres tampoco entienden de qué se trata esto (…). Un camino muy complicado. Yo tuve que venir afuera para perfeccionarme, porque en Chile se me estaba haciendo chico el espacio. Estaba en el Teatro Municipal de Santiago, pero en roles secundarios, porque el director de ese tiempo no me tenía la suficiente confianza.

—Ha dicho que su prioridad es su familia por sobre una carrera internacional. ¿Sigue pensando así después de Londres?

—Mi familia siempre estará primero. Hacer una carrera internacional es difícil, estoy recién empezando, y una forma de darles una mejor calidad de vida a mis papás es mi trabajo. Me siento súper contenida por la familia y una pareja que me acompaña en todo. Pero yo ya me lancé, al venirme a Londres ya comencé mi camino. Estoy consciente de que si tomé la decisión de irme, ya estoy fuera. Estoy con agencia y ya está saliendo trabajo en Europa.

Así va a ser su vida de aquí en adelante.

—Claro, así va a tener que ser. Pero no voy a priorizar mi carrera antes que mi familia. Si yo pienso que mi vida es el canto, si un día quedo sin voz, mi vida se acabó. Eso no puede ser.

Pero el camino lírico de Yaritza Véliz no es aislado. Se inserta en la nueva realidad de denuncia al que se suma el reciente informe de las acusaciones de abuso sexual y/o de poder de 27 mujeres contra el cantante lírico más célebre del mundo, Plácido Domingo—, que afecta a la ópera internacional. Véliz prefiere no referirse a la situación de Domingo y aclara que ella jamás ha sido acosada en el ambiente musical. Pero da cuenta de una reunión a la que fue llamada en el Royal Opera House después del despido del tenor italiano Vittorio Grigolo, acusado de conducta inapropiada durante una gira en Japón en septiembre. La reunión dio a conocer a los artistas del Jette Parker Young Artists el protocolo en uso:

—Se nos comentó el tema y se nos dijo que, en cualquier situación que nos sintiéramos incómodos, debíamos hablar. El teatro tiene una política sobre esto. Si nos vemos afectados por algo así, podemos denunciarlo sin que nuestro nombre salga a la luz. El teatro es quien toma medidas.

Una nueva María

Al terminar el verano en el hemisferio norte, la soprano preparará sus maletas para aterrizar en Chile. Septiembre y octubre la mantendrán ocupada en Santiago, con ensayos y actuaciones: en lo principal, brillará como María, la portorriqueña protagonista de ‘West Side Story’, en el Municipal, bajo la dirección escénica de la estadounidense Francesca Zambello. También dará conciertos —Strauss y Mahler— con la Orquesta Filarmónica bajo la batuta de Pedro Pablo Prudencio.

A la pregunta de por qué una lírica con ambiciones internacionales decide cantar en un musical, Véliz responde reflexiva. No tiene dudas, aclara, que si los roles clave serán cantados por dos líricos, ella y el tenor argentino Santiago Burgi, serán moldeados por esa técnica. El canto popular obedece a técnicas distintas.

—Creo que en encasillar está el error. A (Leonard) Bernstein, un director que dirigió muchas cosas clásicas, mucho repertorio sinfónico, le preguntaron si él consideraba ‘West Side Story’ un musical o una ópera (…). Y si escuchas una grabación que hizo él hace años, oyes al famoso tenor José Carreras cantando Tony, y a Kiri Te Kanawa, una famosísima soprano.

Da, además, el ejemplo de ‘Porgy and Bess’, un musical que es repertorio del Metropolitan Opera House en 2020. A ella le gusta probar cosas nuevas y aplaude al Municipal por intentarlo porque, juzga, frente al público hay que innovar.

La directora del Municipal de Santiago, Carmen Gloria Larenas, ve como una oportunidad la actuación de Yaritza Véliz en ‘West Side Story’:

—Para ella es una experiencia fabulosa estar en una producción al nivel de las norteamericanas y profundamente representativa de esa cultura. Tiene todo para triunfar en ese rol: es joven, dinámica y sabe trabajar.

Pero Véliz no solo defiende la innovación. También cree que la formación de nuevas audiencias es una tarea ineludible en Chile. Cita el ejemplo de Inglaterra, donde, ‘para llamar a nuevas audiencias se invita al teatro a estos chicos instagramers que son influencers. Ellos van a ver una ópera y graban, sacan fotografías, y les muestran a quienes los siguen cómo es el proceso de un cantante de ópera’. Le asombra cómo las autoridades del Covent Garden han aprendido a usar la fuerza de las redes sociales para interesar a nuevos públicos musicales. ‘No solo somos los cantantes. Son los músicos, el backstage, los maquilladores, vestuaristas, la gente que hace la escena. Es todo un mundo. Creo que una de las cosas importantes para acercar audiencias, es mostrarle a la gente cómo se crea’ .

—¿Esta idea podría replicarse en Chile?

—Sí, de todas maneras. Pero se necesitan más fondos de cultura en Chile, que se inyecte más plata. Es esencial invertir más. Hay mucho talento en Chile, demasiado talento que queda estancado. Yo no hubiese podido estudiar si no hubiese tenido la ayuda de la Corporación de Amigos del Teatro Municipal y, en este momento, de la Fundación Ibáñez Atkinson.

No solo le preocupan los escasos fondos en cultura. También, la falta de visión para dejar de apreciar los ramos de Música e Historia como materias escolares fundamentales en nuestro país.

A pesar de todo, Yaritza defiende la esencia del creador.

—Si a un cantante se lo come la soberbia, la poca humildad, pierde la magia de hacer música. Lo que hacemos es transparente: la ópera no solo somos los cantantes. La magia de la ópera está detrás de todo. La magia la hacen los utileros, los vestuaristas, la gente de las luces, de subtítulos, la que está detrás de escena diciéndote ‘ya, tú tienes que entrar’, la que está encargada de mover la escenografía dentro del teatro. Ellos son la ópera. La música somos todos.

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