Yael Meyer “La música es una industria compleja para las mujeres”

En esta entrevista realizada por la Revista Ya de El Mercurio, la artista analiza la escasa presencia de mujeres en la industria musical. Los invitamos a leer la nota completa:

Es una de las cantantes y compositoras chilenas con mayor éxito comercial a nivel internacional: sus canciones aparecen en numerosas series televisivas internacionales y películas, triunfa en Corea y compone para artistas asiáticos. También, desarrolló una empresa que representa a artistas de todo el mundo, para que sus canciones aparezcan en producciones audiovisuales o publicidad. Ahora se prepara para lanzar un nuevo disco, en que incluirá canciones en español.

Fue una tarde de invierno de hace dos años. Yael Meyer (38) estaba en frente del piano en su casa y empezó a ensayar algunas melodías que entonces le daban vueltas por la cabeza. A medida que sus dedos recorrían el teclado, la cantante y productora iba creando una letra que nacía naturalmente. En esos momentos, dice, estaba pasando por un momento personal muy profundo y recurrió a la música.

—Para mí, la música tiene un fuerte complemento terapéutico. Muchas veces me ayuda a entender situaciones, enfrentarlas y sanarlas… transmuta emociones. Es mi refugio. Siempre he creído que, si para mí es un bálsamo, lo mismo puede ocurrir con lo que compongo a otras personas.

El resultado fue una canción que bautizó ‘Qué más queda por hacer’. Una canción que además de ser el primer single de ‘Huracán’, la nueva producción discográfica de Yael Meyer, también es el segundo tema en español que incluye dentro de los cuatro álbumes que ha lanzado en sus casi dos décadas de carrera musical. Un recorrido que partió en Estados Unidos cuando en 2001 lanzó el EP ‘The other side’ —que grabó cuando tenía 20 años y estudiaba profesionalmente música y composición en Berklee College of Music de Boston— y cuatro años después empezó a consagrarse con su primer larga duración ‘Common Ground’, un disco completamente producido por ella y que inició su éxito internacional. Fue catalogado entre los 50 mejores de ese año por las ediciones chilena y argentina de Rolling Stones y de ahí salieron varias canciones que —al igual que gran parte de sus trabajos musicales— fueron integradas en series de televisión, películas y comerciales. Durante todos estos años sus composiciones y su voz han musicalizado exitosas series de televisión como la saga ‘El brindis’ y ‘The Rain’ (Netflix), ‘Drop dead diva’ (Sony) o ‘Sixteen and pregnant’ (MTV) o ‘Parenthood’ (NBC). En total, hoy lleva más de 50 ‘sincronizaciones’ de sus canciones, incluso ha tenido peticiones especiales para series coreanas. En ese país, además, ha liderado rankings de las canciones más escuchadas.

El año pasado, Diamond Zhang, ganadora de la versión china del programa de talentos ‘The Voice’, adaptó al mandarín una de sus canciones. En un video la cantante asiática interpreta en un estadio repleto de Beijing ‘Use it up’, una composición de Yael.

—Su carrera no parece la de la cantante chilena prototípica. ¿Se siente valorada en Chile tanto como en el extranjero?

—Aquí y en el extranjero me siento igual de valorada. Si miro para atrás, la verdad es que estoy superorgullosa de la carrera que he construido. Primero que todo, porque mi meta siempre fue hacer la música que yo quería hacer, no hacer la música que otro quería que yo hiciera, porque era comercial, porque era lo que iba a vender, porque era lo que me mandaba la gente que trabajaba en el sello.

—¿Tuvo ofertas de ese tipo?

—Siempre quise trabajar de forma independiente porque quería mantener mi independencia. No quería que hubiera alguien diciéndome cómo me tenía que vestir, si tenía que ser sexy o ser sexy y cantar esto o lo otro… Sí hubo personas en algunos momentos que me dijeron: ‘Yo creo que tú deberías hacer ‘esto” o ‘yo creo que tú deberías hacer ‘esto otro”. Y justamente porque yo no quería estar en esas situaciones es que nunca me metí en ese mundo, sino que tomé una decisión consciente de hacer una carrera de forma independiente, de ser dueña de todos mis derechos autorales y fonográficos; desarrollar mi propia carrera.

CAMINO NATURAL

Yael Meyer Barbarach nació en Santiago, estudió en el Instituto Hebreo y desde los cinco años empezó a tomar clases de piano. Luego vinieron otras de guitarra y voz en la Escuela Moderna de Música. En varias oportunidades ganó festivales estudiantiles con canciones escritas por ella.

—Toda mi adolescencia fue básicamente haciendo música e identificándome a mí misma como músico. Y tocando en el escenario. Desde antes de terminar el colegio me dije: ‘A esto me quiero dedicar, esto es lo que quiero hacer el resto de mi vida’ —porque el resto de la vida uno puede hacer muchas cosas—, pero yo sentía que lo único que me motivaba lo suficiente era la música.

Entonces, recuerda, tras conversar de sus intenciones con sus padres y de escuchar como respuesta ‘que tenía que ser la mejor dentro del rubro’, ella se dijo: ‘Bueno, si voy a hacer música, tengo que irme a estudiar al mejor lugar posible’. Entonces empezó a buscar todas las posibilidades que tenía y postuló a una beca para el Berklee Collage of Music de Boston sin que sus padres supieran. Aún estaba en el colegio y al poco tiempo recibió una invitación a audicionar en Argentina como parte del proceso de selección. Viajó. Quedó seleccionada y a los 18 años partió a estudiar a Estados Unidos.

En Boston, donde estudió Producción y Composición Contemporánea por tres años, fraguó su estilo musical. Hasta entonces sus gustos eran eclécticos.

—Yo escuchaba lo que estaba en la radio o los vinilos de la casa, lo que veía en MTV o en los CD que compraba, lo que escuchaban mis papás. Mientras estaba allá, empecé a explorar y a expandir mi horizonte musical mucho más también. Empezó el Mp3 y la digitalización de la música me permitió tener mucho más acceso. Eso obviamente impactó mis influencias y mi interés y mi capacidad de componer e incorporar distintas cosas a lo que yo estaba haciendo.

—¿Cómo define su estilo de música?

—Digo que es una mezcla de folk, pop y música electrónica. La mía es música más para oír cuando uno está camino a la playa o al final del día cuando llegas a tu casa cansado y quieres salir de ese estado y entrar a otro… Es música más de sensaciones, de emociones, que de bailar. ¿Sabes lo que pasa? Es que a mí me gusta hacer música que a mí me gustaría oír. Me gusta hacer música que, cuando yo la escucho, me provoque a mí las sensaciones que a mí me gustaría provocar en otros.

—Entonces no se guía por el criterio comercial.

—En cierto sentido sí, porque quiero que mi música sea universal, que traspase fronteras; quiero que llegue a la mayor cantidad de gente en el mundo; quiero que sea sincronizable, que sirva para una serie de televisión o una película; porque también es la forma en que yo he podido llegar a distintos mercados. Y también es una forma en que la música llega mucho a la gente. Cuando tú ves una película y tienes música con esa escena, te pasan cosas. Si tú le sacas música a esa escena, no te pasa nada.

—¿Cómo fue eso de llegar a los soundtrack de las series, de las películas?

—Fue algo que busqué de forma consciente, como parte de mi foco y de mi plan de carrera. Sentí en algún momento que la televisión y el cine se transformaron en un medio de difusión importante, como la radio también; pero que llega a más lugares del mundo. Hoy con las distintas plataformas como Netflix las series son internacionales. Si tienes una canción en una serie, estás en cientos de países.

La primera canción de Yael Meyer que apareció sincronizada en una serie fue ‘Tea for two’ (de su álbum ‘Everything will be Alright’, de 2011), que figuró en ‘Life Unexpected’.

La segunda fue ‘Shed Their Fear’ (del mismo álbum de 2011), que apareció en una serie que se llama ‘Private Practice’. El tema se exhibió en el último episodio de la serie, en los últimos 4 minutos, y era un montaje: no había diálogo y solo estaba la canción con imágenes.

De todas las sincronizaciones audiovisuales de sus canciones, dice Yael, fue la que realizó la serie ‘Parenthood’, que apareció en los 4 últimos minutos de un episodio particularmente importante: el momento en que uno de sus personajes les contaba a todos sus amigos que tenía cáncer.

—No había diálogos. Solo una canción mía, en el fondo, generando esa sensación. Fue muy emocionante, porque además lo vi en la televisión en el mismo momento. Porque entonces estaba viviendo en Estados Unidos.

Durante los 15 años que vivió en Estados Unidos, Yael adquirió seguridad para asumirse como una artista integral. Para implicarse en todos los aspectos de su carrera y sus discos: desde la interpretación y la composición hasta la producción y la ingeniería de sonido.

—Cuando empecé a grabar ‘Common Ground’, mi primer LP, asumí que debía utilizar todo lo que había aprendido. Quería hacerlo todo yo. Además, reuní a los artistas que colaboraron, que eran de todas partes del mundo.

—¿Cuántas mujeres productoras hay en la industria musical?

—Muy pocas. La música es una industria compleja para las mujeres. Cuando fui a la universidad, el porcentaje de las mujeres era un 10%. O sea, el 90% de los alumnos eran hombres. Y yo te diría que no ha cambiado mucho ese porcentaje. Es lo que percibo dentro de la industria. Somos muy pocas músicas mujeres, muy pocas ingenieras mujeres, ingenieras en sonido; productoras, para qué decirte, muy pocas. Lo que más hay son cantantes y compositoras, pero técnicos e ingenieras y sesionistas, productoras, es muy, muy poco… Creo que en parte tiene que ver con que la música es una carrera poco amigable para ser madre (tengo dos hijos). Eso afecta a todas las mujeres en la música. Creo que hoy en día el hombre sigue teniendo mucha más libertad de ser padre y viajar y desprenderse, por así decirlo, de la familia, que la mujer.

Yael medita un minuto y agrega:

—Las mujeres tampoco nos damos esos permisos, la gran mayoría se autojuzga, se autoimpone. Yo, durante mis primeros seis años de maternidad, me fui de gira con mis niños a todas partes. Me subía al escenario a tocar y bajaba a dar pecho. O estaba en el estudio grabando y cuidando a mis niños. También hay un tema psicológico, de una necesidad, los niños también necesitan a una madre y uno como madre lo sabe. Si uno tiene que estar de gira nueve meses al año o, por ejemplo, yo acabo de reunirme con el vocalista de Interpol y él contaba que llevaba en gira 19 meses. Eso no es realista para una madre.

—Cuando se habla de machismo en la música, muchas veces tiene que ver con la apariencia de las mujeres, de las imposiciones sobre la apariencia física de cantantes.

—Hay algo de eso, pero en mi caso, ese no es el machismo al que me he enfrentado… Donde sí me ha pasado en temas de género es más en el ambiente de estudio. Varias veces que a hombres les molesta que una mujer les diga qué hacer o que comande la situación, o que lleve adelante el liderazgo de ciertas situaciones. Me ha pasado estar trabajando en una mesa como esta, moviendo perillas y la persona que está trabajando conmigo, el productor o coproductor, que se sintiera intimidado porque yo estaba coordinando la sesión. Es algo que no pasaría si yo fuera hombre. Ese tipo de cosas me han pasado y me afectan, me molestan.

—¿Qué opina de las mujeres en la industria musical chilena?

—Me parece que hay muchas mujeres haciendo ruido y bien. Hay mucho talento en Chile, me enorgullece ser parte de una industria superefervescente en lo que es la música, que tiene mucho que compartir y mucho que mostrar. Creo que Chile, a nivel latinoamericano, está superbién posicionado en cuanto a la música. Y tenemos también una tradición musical femenina relevante, evidentemente desde Violeta Parra hasta Nicole, y todo lo que ha pasado entremedio y sigue pasando. En 2005 hicimos algo con Rosario Mena y con Musa, que no se había hecho nunca en Chile: un concierto femenino, donde tocábamos las tres y nos uníamos las tres a hacer un concierto femenino. Y bueno, hoy día está Francisca Valenzuela haciendo Ruidosa, con quien también he tenido la posibilidad de colaborar varias veces y contribuir en lo posible a ese emprendimiento que es muy lindo e importante para la música y para el rol de la mujer dentro de la música y dentro de la sociedad.

El regreso

Hace tres años Yael Meyer decidió hacer un cambio radical. Dejó Estados Unidos y regresó a Chile. Quería darse más tiempo para estar con sus hijos, que hoy tienen 11 y seis años.

—A mí me gusta mucho estar con mis hijos, ser una madre presente y compartir mucho con ellos y el día a día, acostarlos, ir a buscarlos al colegio, a dejarlos al colegio; tener conversaciones todos los días de lo que les pasó en el día… Después, los niños crecen y tienen su propia vida. Cuando son adolescentes ya quieren estar con sus amigos, no quieren estar con uno y yo no me quiero perder eso. Además, fue bonito regresar a mi país después de estar 15 años fuera. No preferiría estar en ninguna otra parte.

Yael se instaló en una casa en El Arrayán con su piano y limitó el número de presentaciones internacionales, porque dice que no son el foco de su carrera.

—Sí, toco en vivo y hago giras también, pero hago giras puntuales, una o dos veces al año, me voy a Estados Unidos y hago nueve o 10 fechas o a Europa y sigo el mismo sistema. Lo mismo en Chile. El próximo año voy a estar en Lollapalooza… Lo decidí por varias razones. Primero que todo, girar es muy caro, entonces no siempre es rentable. Viajar, estar, llevar el equipo; todo eso tiene costos muy altos en términos personales también. Yo prioricé mi vida personal y armé un puzzle donde funcionan todas las cosas que para mí son importantes.

—Desde su casa también maneja su carrera internacional.

—No necesito estar allá para estar involucrada en la industria. Sigo con mis redes de contacto y ampliándolas. Además, siempre me hago espacio para viajar a conferencias o encuentros de músicos para, justamente, seguir ampliando esas redes de contacto.

Yael, además, maneja KLI Records, un sello fundado y administrado por ella misma, que sirve como puente entre su propia música y la de otros artistas con la industria cinematográfica. Todo partió cuando se radicó en Los Angeles, en 2005.

—Desde que comencé a dedicarme a la música de forma profesional, decidí mantenerme independiente por el mayor tiempo posible y ver cuán lejos podía llevar mi carrera de esta forma. Así comencé a autogestionar mi carrera y separar, por así decirlo, mi parte creativa/artista de mi parte gestora/empresarial. Esto dio paso a que eventualmente abriera mi editorial para comenzar a representar música de otros artistas para sincronizaciones y a ofrecer también, junto a mi equipo, la gestión de obtención de licencias (buscar canciones y obtener los derechos autorales y fonográficos, para que agencias publicitarias y marcas puedan utilizar la música que requieren para sus campañas, películas, etc.). Hoy representamos a gente de diversas partes del mundo, en variados estilos musicales e idiomas. Hemos trabajando en campañas para marcas nacionales y marcas internacionales como Peugeot, Renault y Massimo Dutti.

En el último tiempo la cantante ha participado en eventos como Canadian Music Week, en Canadá, como mentora de un panel que se llama Women in Music, dirigido a las mujeres que están en la industria de la música. El próximo año también viajará a Rumania y durante el año dicta un master class sobre la industria de la música y el emprendimiento.

—En su master class, ¿cuál es el principal consejo que les da a las mujeres en la música?

—Para serte sincera, yo no distingo mucho los géneros. Cuando trabajo, no me fijo en si son hombres o son mujeres; obviamente uno se da cuenta; pero no es una calificación para mí trabajar con alguien por ser hombre o por ser mujer o dejar de trabajar con alguien por su género.

—Pero qué le dirías a una mujer que va a empezar en la música.

—Le diría: ‘No dejes que alguien minimice tu visión. No tengas miedo de luchar por tu visión, independiente de que otros crean que pueden saber mejor lo que es mejor para ti, confía en tu intuición y en tu talento’.

‘Chile tiene una tradición musical femenina relevante. Desde Violeta Parra hasta Nicole, y todo lo que ha pasado entremedio y sigue pasando’.

Yael cree en la independencia. ‘No quiero que nadie me diga lo que debo cantar o cómo debo vestir’.

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